domingo, 18 de septiembre de 2016

SANTA RITA, RITA...

Ha comenzado septiembre, un nuevo curso, una vuelta a la rutina que es como una especie de "año nuevo" con novedades en muchas familias, gastos si cabe más abundantes que en vacaciones y los niños un añito más crecidos. Y también es la fecha para empezar el curso político, aunque con la dinámica que llevamos desde hace casi un año pues nos estamos todos haciendo un poco expertos en investiduras, plazos, elecciones, etc. Lo cierto es que el común de los mortales está bastante harto de la situación en el Parlamento, casi un año de un gobierno interino y mucha incertidumbre, no sólo a nivel político, sino también económico o social.

La situación que ya imagino todos sabéis es que el pasado día 2 el candidato del partido más votado en las elecciones del 26 de junio, Mariano Rajoy (PP), se presenta a la investidura y no consigue los votos necesarios para ser presidente, a pesar de haber alcanzado el apoyo de Ciudadanos y quedarse a tan solo 6 votos de la mayoría simple. Así que desde esa fecha tienen que pasar 60 días para que haya una nueva sesión de investidura, con el mismo u otro candidato, y si no se logra se disuelven las Cortes y se convocan de nuevo elecciones, que serían las terceras en un año. Es una situación insólita no solo en España, sino también en Europa, no por el tiempo sin gobierno (Bélgica todavía nos gana), sino por las convocatorias electorales, que se acogen lógicamente a lo escrito en la Constitución. Aquí ya vemos uno de los motivos por los que es necesaria una reforma de la misma, no podemos estar en este bucle indefinidamente, y con la existencia de 4 partidos mayoritarios se hace obligatorio alcanzar acuerdos.

Y la dinámica política desde entonces está llena de acusaciones cruzadas de culpabilidad, de guiños para alcanzar un acuerdo de izquierdas, de tripartitos del cambio, de pactos con partidos nacionalistas e independentistas. Además en una semana hay elecciones en dos comunidades autónomas de las llamadas "históricas": Euskadi y nosotros, Galicia. Y la estrategia de los partidos es ver qué pasa el próximo domingo día 25. Creo que una vez se conozcan los resultados en ambas la situación en el gobierno del país puede solucionarse, lo que no se sabe es si será a favor de unos o de otros porque las urnas suelen ser muy caprichosas.

Pero entremedias tenemos también el inicio del año judicial, y se presenta interesante, sobre todo para el PP que tendrá que soportar varias causas por corrupción de los últimos años. A cualquier español nombres como "Gürtel", "Púnica", "Bankia" o personalidades como Bárcenas, Rato, Rus, Granados,, Fabra, no les resultan desconocidos. Sin embargo, esta semana esa ignominiosa lista ha tenido el "ingreso" de uno de los nombres que representa el número que faltaba para el bingo: la ex-alcaldesa de Valencia y actual senadora autonómica, Rita Barberá.




Estos días las cadenas de televisión se están poniendo las botas desgranando el auge y caída de esta mujer por lo que supone para su partido y como símbolo de lo que ha sido (y sigue siendo en muchos lugares) la corrupción en España. Si hay una región en nuestro país que escenifica la bacanal de corrupción que asola todo el territorio, esa es la Comunidad Valenciana. En los últimos años hemos visto como personalidades políticas del Partido Popular de las tres provincias han sido investigados, detenidos, encarcelados por sus prácticas de gestión, llegando en algunos puntos a considerarse muy parecidas a una "mafia". Hemos escuchado grabaciones en las que se hablaba abiertamente de blanqueo de dinero, de donaciones opacas, de "mordidas" por adjudicar tal o cual construcción, todas ellas conseguidas por un "arrepentido" que hasta hace poco vestía trajes de marca y se autodefinió como un "yonqui del dinero", pero llegó a un punto que dijo "basta" y empezó a destapar toda la trama de corruptelas y entramado que tanto regalaba bolsos de marca de 800 € como colocaba a un familiar de tal o cual político en un puesto de por vida, blanqueaban billetes de 500 € por donaciones fraudulentas o se contaban 12000 € de comisión por una obra adjudicada. Este hombre, Marcos Benavent, que hoy viste con un estilo completamente alternativo, está siendo el clarificador de todo este negocio que malgastaba dinero en edificios como la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia mientras a pocos metros los niños y niñas acudían a un colegio en barracones y en unas condiciones que rayan la insalubridad y el riesgo.




(Foto de los barracones del CEIP 103 de Valencia con la Ciudad de las Artes y las Ciencias al fondo. Por desgracia no es el único, en toda la Comunidad Valenciana hay innumerables colegios e institutos con estas caracterícticas).

Durante los últimos meses fuimos viendo como iban cayendo uno tras otro los pequeños "reyezuelos" vinculados al Ayuntamiento de Valencia: concejales y concejalas, asesoras y asesores... pero faltaba la "reina" de esta partida de ajedrez, la mujer a la que su partido intentó proteger en el Senado sin ser elegida por los ciudadanos, sino designada por las Cortes de la Comunidad Valenciana. Pero esta semana el juzgado le comunica que va a ser investigada, a pesar del aforamiento que supone ser senadora, porque hay indicios más que claros de que es imposible que ese entramado fraudulento no podía hacerse a sus espaldas y sin que ella supiera nada.

Rita Barberá fue alcaldesa de Valencia nada más y nada menos que 24 años, encadenando mayorías absolutas en la tercera ciudad de España. Era un icono para su partido y acto al que acudía ella en cualquier campaña electoral la asistencia era a rebosar. La plaza de toros de Valencia se llenaba hasta la bandera en los tiempos de Aznar, después con Rajoy, en los mítines autonómicos... porque su poder era inmenso. Valencia acogió durante su mandato grandes eventos y se realizaron obras faraónicas que la pusieron en el mapa de España y del mundo: la copa América de vela, una prueba de Fórmula 1 puntuable, la visita del Papa Benedicto XVI, la construcción de la faraónica Ciudad de las Artes y las Ciencias, la proyección de la fiesta de las Fallas. Pero todo esto se hizo a costa de despilfarrar, de beneficiar con dinero a los amigos y dejando en muchos casos los servicios fundamentales de bienestar para los ciudadanos bajo mínimos: copago sanitario, escuelas tercermundistas, precariedad laboral... Era una situación insostenible, no sólo en la ciudad, sino en toda la región, en la que incluso se llegó a construir el primer aeropuerto del mundo sin aviones, el de Castellón, con una pompa en su inauguración cuestionable en cuanto a su consideración moral o ética. A ese aeropuerto llegan hoy pocos vuelos semanales y por lo que pone en su página web se puede volar a Londres, Bristol, Sofía y Bucarest, después de estar más de dos años sin ningún tipo de operación desde que se inauguró.

Pero a pesar de saberse todo este proceder de estos políticos, lo asombroso es que los votantes siguen dándoles mayorías sin hacer el más mínimo ejercicio de reflexión sobre su voto. Como os dije, en una semana votamos en Galicia. Situaciones como las de Valencia también se viven aquí y las encuestas siguen dando como ganador de las elecciones al Partido Popular, incluso con mayoría absoluta. Y en Galicia arden los montes y no hay suficientes medios para combatir el fuego, viendo en televisón cómo llegan los camiones de bomberos al frente del incendio y entrando las brigadas en las casas cercanas a pedir mangueras para poder lanzar el agua o utilizando ramas de árboles para golpear en la primera línea de fuego; también en Galicia abundan los meses de espera para una operación en la sanidad pública, aparte de padecer el copago farmacéutico; muchas escuelas están sin mantenimiento, cerrando aulas para mezclar niños, con falta de profesorado o con rutas de transporte kilométricas que  hacen que los niños pasen una o dos horas en un autobús escolar cada día; la población joven ha tenido que emigrar porque no se fomenta el empleo y no hay sueldos dignos y somos la región de Europa más envejecida. Es decir, la política neoliberal da de lleno también en nuestra región, mientras seguimos viendo como nuestros particulares "reyezuelos" de pequeños ayuntamientos o diputaciones son denunciados incluso por acoso sexual y ni se inmutan.

Y yo me he preguntado muchas veces el trasfondo de todo esto. Es decir: ¿por qué, a pesar del robo y del desfalco, un colectivo de personas de un ayuntamiento o comunidad autónoma, vota irremediablemente a los mismos? Es triste llegar a estas conclusiones, pero cada día me convenzo más de que mucha gente cuando va a votar echa en la urna la papeleta de aquellos que, al menos una vez en la vida, han resuelto o beneficiado personalmente al votante y representan el mismo modo de actuación que ellos tienen en su vida. En conclusión, es indignante ver el desfalco de Rita Barberá y sus concejales en Valencia, pero más indignante es oír decir a ministros en los canales de televisión que saben que "ella lo está pasando mal y que seguramente no sabía que estaba haciendo algo incorrecto". ¿¿¿PERDÓN???

Realmente se piensa así. Mucha gente en España, después de 40 años de democracia, piensan que la gestión debe hacerse sin unas normas legales, es decir, "libre". Si me puedo saltar el trámite burocrático, los "papeles" para pedir una ayuda, subvención, un trámite... porque el "político amigo" me lo arregla por el "atajo" de la corrupción, pues adelante. Y si ese trámite me reporta un trabajo de por vida, colocar a mi hija en tal puesto, conseguir no pagar a Hacienda por unas tierras que tengo abandonadas en el pueblo o la construcción de mi casa al margen de la Ley de Costas, pues mi voto será cautivo de por vida. Se trata del "yo" sin importar el otro, la colectividad, el bien común. Toda esa trama de favores, beneficios, prebendas, se traduce en un sistema podre que es necesario de una vez por todas acabar con él, sobre todo cuando la gestión implica un importe económico de millones de euros, como pasó en Valencia.

Y este modo de actuar es muy rentable para la derecha española, que además hay que reconocerles la segunda parte del entramado: la propaganda, el márketing que hacen de todo lo que logran. Y claro, la gente quiere estar al lado del ganador, del lujo, del que tiene el cochazo, la ropa de marca o la mansión al lado del mar. Y sí, a los partidos de izquierda les cuesta combatir esto, ya que sus votantes son más reflexivos a la hora de elegir su voto y sus prácticas menos llamativas, aunque tampoco están exentos de escándalos porque gente corrupta hay en todas las formaciones políticas y en todos los colectivos. Además ante cualquier fallo son más duramente criticados por los ciudadanos porque presuponen que deben tener más ejemplaridad que los integrantes de la derecha; que su misión es demostrar con total limpieza alcanzar lo propuesto en su programa porque si no lo hacen, se lo demandarán con creces, mientras que a la derecha no le exigen nada. Sin embargo, el caso de Rita Barberá ha levantado voces incluso dentro de su propio partido, donde los miembros más jóvenes piden abiertamente y sin tapujos que deje su escaño en el Senado y que se retire para que pueda actuar la Justicia. 

En definitiva, se presenta un otoño jugoso en lo que se refiere a política en España. Yo creo que no se llegará a unas terceras elecciones porque nadie las quiere y la cordura de los políticos se impondrá de una forma u otra. Han salido voces que, en caso de haberlas, ninguno de los 4 cabezas de los partidos principales deberían presentarse, pero insisto en que no creo que eso ocurra. Seguramente después del próximo domingo habrá algo más de luz para llegar a tener un presidente en España (yo evidentemente espero que sea Pedro Sánchez). Lo que sí tengo claro es que el cambio generacional después de 40 años es necesario y personas de más de 60 años deberían dar un paso atrás de las primeras filas y dejar que las personas de mi generación y más jóvenes se hagan cargo del país, igual que lo hizo Adolfo Suárez en la transición o posteriormente Felipe González. Preparación tenemos, sea cual sea nuestro color político, y gente muy válida la hay en todos los partidos, con otras formas de entender la gestión alejadas de esa corrupción tan enraizada. El cambio, poco a poco, tendrá que llegar a España y a cada rincón de nuestro país, ojalá sea en pocas semanas y lo pueda contar por aquí.







1 comentario:

  1. Asusta "el nivel" de según qué cosas...

    Sigo sin ver colores (obviamente, en este periodo, está claro que hay más habas cociendo en según qué ollas): el problema es sistémico (somos un país que transicionó de un régimen político a otro, pero no tenemos ni la cultura ni los medios intelectuales para entender lo que eso de verdad suponía: seguimos siendo un cortijo, desafortunadamente).

    Luego nos preguntan a algunos que por qué nos fuímos y si deseamos volver y, claro, las respuestas dejan al personal atónito...

    Triste... Triste...

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