lunes, 18 de septiembre de 2017

SOLO POR UN CAFÉ

Cada vez escribo menos en el blog. Bien es cierto que las redes sociales han acaparado gran parte del tiempo que paso delante del ordenador, junto con todo lo que tengo que hacer del trabajo que cada vez más es a través de esta maquinita. Hay días que tengo la sensación de estar hiperconectado y eso que mi móvil no es de los más avanzados. Chateo por whats app, hago alguna foto, muy pocas llamadas y unas cuantas aplicaciones. En el móvil no uso facebook ni suelo entrar en internet y hay veces que las personas de mi entorno están más pendientes de su smartphone que del que tiene al lado en ese momento.

¡Cómo hemos cambiado nuestras costumbres en pocos años! Últimamente me doy cuenta que paso más horas en casa y que no me importa. Hoy, por ejemplo, comí con mis padres, me fui a andar más de una hora por el paseo marítimo de A Coruña, volví a casa y a las 17:40 entré y ya no salí. Tomé un café, planché, organicé la habitación de G., cené, planifiqué la semana de clases y aquí, pegado a esta pantalla, curioseando. En el fondo me da rabia, me gustaría que ese café fuese con alguien, pero es que también noto que para quedar con alguien parece que tienes que realizar una instancia por triplicado y que incluso puede molestarle... supongo que los otros también dirán lo mismo de mí y cuando se supone que estamos hiperconectados, pues no lo estamos, porque no hacemos por quedar y tomar ese café. Paradojas de la vida.

Pero una vez metido en faena en las redes, trato de sacarles provecho. Leo, me informo, contrasto la información, opino. Y noto que la gente hace igual pero llega un momento en que muchos pierden las formas y se creen poseedores de la verdad absoluta o se comportan cual contertulios de cualquier programa de debate de tercera división. Es decir, lees insultos, descalificaciones, incluso amenazas y uno se pregunta: ¿en serio somos así?

Los últimos días en España han sido de bastante alarma por el "monotema" con el que llevamos semanas o meses: EL REFERÉNDUM DE CATALUÑA. Y uno que ya está un poco harto y curtido llega a cansarse tanto de esto que está deseando que llegue el 2 de octubre y que veamos qué pasó. Hace pocos días, hablando del tema en una cena con amigos, una persona llegó a llamarme ignorante por decir que mi vida seguirá siendo igual el día 2 pase lo que pase en Cataluña. En el momento me ofendió un poco sobre todo por el tono, pero después reflexionando llegué a pensar: "esto no es más que una muestra de ese estado de crispación general que ves en la calle con todo". No sólo es Cataluña. Es CUALQUIER COSA que signifique que la zona de confort de un / una individuo / individua se ponga en peligro. Y en cuanto salta cualquier alarma, la gente explota. He visto verdaderas discusiones de tráfico, por ejemplo, amenazándose con partirse la cara; enfrentamientos entre dos personas por intentar "colarse" en la cola del supermercado, gente que va por la calle no hablando, discutiendo... Y pones la televisión y los modelos de comportamiento son exactamente iguales: la locura de Kim Jong-Un (o como se llame), la desfachatez de Trump, la intolerancia de Rajoy, la actitud retadora de los políticos catalanes, la exasperación de Iglesias, los desafíos de Maduro, el sadismo de los yihadistas. Los modelos que tenemos son todo menos eso, modelos. Nos haría falta en este s. XXI hipercomunicado que apareciese un Gandhi, una madre Teresa, un Olof Palme o alguien que pusiese un poco de cordura en todo esto.

La gente está en un estado exaltado constante. No hay mesura, todo es blanco o negro sin escala de grises. Y yo, como profesor, y muchos compañeros y compañeras más, vivimos una sensación de desprotección absoluta en nuestro trabajo. Aumentan las agresiones de pacientes y familiares a médicos, aumentan las denuncias a docentes, aumenta el "bullying" entre el alumnado, aumentan las agresiones machistas. Todo se hace viral, lo que pasa en Nueva Zelanda llega a tu móvil en pocos minutos. Y enseguida empieza el bucle, se sube a las redes y cualquier hecho dramático o terrorífico hace que esa crispación aumente y se refleje en los comentarios de la gente en twitter, facebook y demás. ¡Y ojo! A veces yo también caigo en ello y me expreso de una forma vehemente porque me creo en posesión de la verdad. 

Habría que, como decía Groucho Marx, parar el mundo aunque fuesen 5 minutos y sentarse a pensar, mirar al de al lado, ofrecerle una sonrisa, hablar con esa persona... Hace pocos días entré a tomar café en la cafetería más cercana a mi casa, más que nada por leer el periódico. Una de las camareras dijo "buenas tardes Alfonso" y yo me sorprendí que conociese mi nombre porque nunca se lo había dicho.  Lo cierto es que estaba saludando a un señor mayor que acababa de entrar y que es cliente habitual y también se llamaba Alfonso, así que en ese momento también le dije que yo me llamaba así y me puse a hablar con el señor. Y me encantó, porque empezó a hablarme de su vida, de lo que cambiaron las cosas, de cómo se ganaba la vida, ¡de Foucellas! (fue un maquis que vivía escondido en los montes durante la dictadura y que acabó siendo detenido y ajusticiado a garrote vil), de un montón de cosas de hace 60 o 70 años, en su gallego más genuino y con una nostalgia y gratitud por oirle inmensa. Le invité al café y me despedí de él hasta otro día. Y en los pocos metros que separan la cafetería del portal de mi casa pensé: "Si todos viviéramos cosas así todos los días, Trump no hubiese ganado, Rajoy no gobernaría en España, Cataluña no buscaría un referéndum el 1 de octubre y, en definitiva, seríamos todos mucho más felices, sin crispación, sin amenzas, sin agresiones a médicos y sin denuncias a profesores". Solo por un café, por 1'10 €. 





1 comentario:

  1. En primer lugar: estamos todos perezosos (no estamos escribiendo últimamente: señal de que estamos ocupados).

    En segundo lugar: como voy del post más reciente al más antiguo, me encuentro con temas cuyas olas ya he visto llegar, así que tengo poco que decir aquí (el tema de Cataluña y demás).

    Lo más importante, para ti, es que sigas siempre adelante: estamos donde estamos gracias a lo vivido (situaciones a veces placenteras y felices, entre mezcladas con situaciones dolorosas y tristes).

    Seguir adelante: "Resistir es ganar"... Recuerda siempre eso: es lo único que, en los últimos 10 años, he conseguido sacar en claro en mi vida.

    Poco más: ahora me puedo declarar "puesto al día" con tu blog :-))

    Sigue escribiendo, que lo haces de coña y es un pecado que no lo hagas para, entre otros, el lector abajo firmante :-))

    Un abrazo,

    Paquito.

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